Mas peligros del cobro de rescates:
Vamos a pensar que somos cualquiera de esas personas que se encuentran en peligro, o herido, o con equipamiento escaso o inadecuado, o perdidos o simplemente en riesgo de que nuestra situación empeore peligrosamente si no nos vienen a ayudar.
Tenemos que tomar una decisión de llamar al teléfono de urgencia. Pero ante nosotros se abre la posibilidad de una facturación millonaria. Ya sabemos como se las gasta nuestra administración con el tema de las recaudaciones: primero pagas y después recurres.
Vamos a ver como se quiere hacer este proceso de facturación: el cálculo de una hora de helicóptero lo hacen sobre el precio comercial, es decir con precios de entre 2000 y 3000 euros la hora de vuelo. Insisto: precios comerciales. Pero la administración no puede obtener beneficios y si quiere calcular el precio de un servicio debería en todo caso hacerlo con el precio de costo neto. Y este precio de costo es entre 1/5 y 1/10 parte de lo que nos quiere cobrar.
Además se ha pretendido en estas administraciones que querían cobrar el rescate, incluir el precio de las horas de trabajo del personal de tierra, cuando se trata de personal funcionario y que por tanto cobran su tiempo hagan o no hagan el rescate. Total: facturitas superiores a los 6000 euros en algunos casos. Todo un estímulo para llamar a los servicios de urgencias.
Comienza un proceso lógico de autoinculpación y no vemos como nos escaparemos sin que se nos acuse de imprudencia: no haber calculado la hora de llegada, no tener equipamiento adecuado, no haber estudiado la ruta, no haber colocado las fijaciones de forma adecuada, adentrarnos en terreno inestable etc etc. Tenemos el miedo en el cuerpo y vamos a apurar al máximo el momento de dar el aviso. Lo haremos cuando ya no queda mas remedio y surge el desastre: la lesión puede traer secuelas, el perdido termina teniendo un accidente o la noche ha venido y ahora nos encontramos en verdadera situación de riesgo de perder la vida o la de los que nos acompañan.
Por ello,insisto: un servicio público nunca puede amenazar con una facturación que aterroriza cuando se trata de salvar vidas. Los casos de rescates que no son justificados son tan mínimos que son perfectamente asumibles dentro del número abrumadoramente mayoritario de las ayudas que se prestan a los que si lo necesitan.
Por el contrario, una sanción o facturación a los imprudentes causaría el terror y por ello la falta de asistencia a los otros muchos casos de vida o muerte.
Hay soluciones alternativas a estudiar como por ej. estimular a los que practican deportes de riesgo para que se federen, suscribiendo con la tarjeta de federado un seguro que cubra esos posibles gastos extras de evacuación.
Es decir,que si la administración quiere recuperar algo de su gasto, lo puede hacer, pero siempre de forma indirecta y sin que la persona que está en situación de riesgo se vea ante la disyuntiva de, o pagar o seguir apurando su situación de peligro hasta que sea ya irreversible.